...Por Kurt Schleicher
Ponente: Arturo Reig Tapia
“Vengo a contaros mi vida”
Arturo Reig Tapia
“Tópico <> típico <> táctico”:
así es como Arturo pensaba titular la conferencia inicialmente, pero al final
lo cambió por el más directo Vengo a
contaros mi vida, pues alguien sugirió que la vida de un diplomático de
carrera debe ser muy interesante. De ahí ya vendría el “tópico típico” de la
fascinación que ejerce esta actividad en los demás (él es un ejemplar único en
nuestra Promo 64, al parecer), así como el “tacto táctico” que se supone debe poseer
alguien que como Arturo dedica toda su vida a la diplomacia. (No sé si es esto
lo que él tenía in mente, pero entra en lo posible).
Como la inmensa mayoría de nosotros, Arturo
es de la añada del 47.
Asistentes
En 1970 termina Económicas, del 70 al 73 cursa
Sociología y Ciencias Políticas, después, entre este año y el 1977 pasa por la
Escuela Diplomática y entonces se incorpora a la carrera diplomática. Nos
cuenta que en su familia no hay antecedentes de diplomáticos.
Sin saber en aquél momento qué rumbo tomar
en su vida, se le apareció la oportunidad de una beca en Aosta, donde estuvo
dos meses.
Ya en 1977, veía con ilusión su futuro y era
consciente de que debía salir fuera de España; se encontró con dos puestos
posibles, en Ecuador y en Paraguay, concediéndole el segundo. Así, el 15 de
agosto de 1977 cogió sus bártulos y se fue a Asunción. El país estaba entonces
en manos de un dictador militar, Alfredo Stroessner, descendiente de bávaros,
que gobernaba férreamente el país desde su gran estatura y además durante nada
menos que 35 años. Según nos cuenta, la corrupción estaba institucionalizada en
el país y además desde allí se miraba con suspicacia a España, desde que en
1978 dejamos atrás los viejos tiempos de la dictadura militar y tuvimos las
primeras elecciones democráticas como Monarquía Constitucional. Además, su puesto
allí de encargado de negocios resultaba ciertamente incómodo, de forma que sólo
permaneció dos años, hasta 1979, en el que le salió el puesto al que había
optado inicialmente: Quito. Arturo nos aclara sin embargo que todos los países
tienen su interés, pues, aunque las relaciones como en el caso de Paraguay
fueran anodinas, el entorno es muy importante y suele ser fascinante. En Quito
se sintió muy cómodo y permaneció hasta 1983; sus dos hijos nacieron allí. Nos
cuenta que por aquella época hubo una sangrienta revuelta en Guatemala (el 31
de enero de 1980), que terminó con la vida del secretario de la embajada, entre otros muchos encerrados en
una habitación; el embajador se salvó de milagro escapando de entre las llamas.
Se ve que aunque no sea algo tópico ni afortunadamente tampoco típico, eso de
embajador tiene su peligro, oiga.
Después de su estancia en Ecuador, Arturo
nos cuenta que entre los diversos puestos a los que le dejaron optar, le había
hecho mucha ilusión Estrasburgo, pero que aquello no cuajó. De entre los
restantes, le salió el último: Copenhague. Inicialmente se sintió frustrado,
pero su mujer le convenció de que ese destino “no estaba tan mal” y de hecho
fue así. Estuvo allí de consejero cultural, puesto en el que disfrutó mucho.
Nos cuenta que antes de salir para allá pudo gozar de unas estupendas
vacaciones en Comillas, pero lloviendo todo el mes. Sin embargo, la nórdica
Dinamarca le recibió con un tiempo espléndido y caluroso; con esto del clima, nunca
se sabe, pues.
Por limitaciones de tiempo para los
diplomáticos en estancias continuadas fuera de España, tuvo que volver a Madrid
en 1986, donde trabajó en el MAEC (Oficina de Información Diplomática) a las
órdenes de Inocencio “Chencho” Arias hasta 1988. En este año y hasta el 90 fue
asesor diplomático del presidente del Congreso de los Diputados, Félix Pons,
del que guarda también un gran recuerdo. Como anécdota nos cuenta que recibió
por entonces la visita de Erich Hönecker, presidente de la antigua R. D. A. y
responsable también del muro de Berlin, al que Pons le insinuó que “debería
derribar más muros”, lo que de hecho sucedió poco después en 1989 con la caída
del muro berlinés.
Tras optar a nuevos puestos en el exterior,
entre 1990 y 1994 ejerció la segunda jefatura en la embajada en Luxemburgo
(había pedido Ottawa y Toronto, pero tampoco cuajó). Resultó ser un destino
estupendo, muy cómodo y con buen colegio para sus hijos.
A la siguiente ocasión sí que le salió lo
que ansiaba y había pedido: un puesto en Australia. En Melbourne, “la capital
del sur”, ejerció de cónsul general entre 1994 y 1998. De este destino
evidentemente más “exótico”, nos cuenta alguna anécdota,
como, por ejemplo, que asistió a una Romería del Rocío australiana (¡!). Conoció por tanto Tasmania, una isla al
sur de Australia, a la que en tiempos se llevaba a los convictos hasta que
fueran capaces de integrarse de nuevo en la sociedad. De nuevo con referencia
al destino, un mes más tarde de estar en un restaurante de Port Arthur, hubo
allí una masacre con 32 muertos y 23 heridos, en ese mismo restaurante.
Igualmente nos cuenta de una joven italiana que decidió ir allí, el idílico
sitio del mundo en el que “nunca pasa nada”, tras un desengaño amoroso, tuvo un
destino cruel: murió asesinada. El destino, que a veces se comporta así.
Los tres años de fin de siglo constituyeron
una época amarga para Arturo, pues le fallecieron sucesivamente sus padres y su
mujer. Volvió a España, de nuevo al MAEC, donde permaneció entre 2000 y 2003
como subdirector general de Asuntos Consulares.
Después, hasta el 2006, ocupó la plaza de
Montreal – por fin Canadá – y de ahí pasó a San José de Costa Rica, donde
estuvo más tiempo que en ningún otro sitio (4 años y 7 meses) y por fin como
embajador. De allí guarda unos recuerdos muy agradables y conoció a muchas
celebridades, incluyendo del mundo del espectáculo (Plácido Domingo, El Cigala,
etc).
Entre 2011 y 2012 le nombraron embajador en
misión especial para la reconstrucción de Haití tras el terremoto, en el que
habían desaparecido el 25% de los altos funcionarios del gobierno haitiano. Dada esta
situación, era muy difícil lograr que algo funcionase allí.
Por último, como por carambola, en 2012 le
salió el puesto de Cónsul General en Tánger, que fue asimismo una experiencia
interesantísima. Allí tuvo ocasión de conocer a Juan Goytisolo, con el que pasó
muchos buenos ratos.
Arturo ya era consciente de que ése sería su
último destino. Se jubiló el 1 de octubre de 2016, tras 39 años de ejercer la
diplomacia.
Mirando hacia atrás, nos comenta que en su
opinión no hay destinos mejores ni peores y que todos resultan ser al final
interesantes y fascinantes. Se considera afortunado con los jefes que tuvo,
pues si en los destinos del exterior hubiera estado a las órdenes de alguien
con el que no hubiese congeniado, hubiera sido más dramático que en España, al
no poder “escapar”.
Nos informa que la diferencia principal
entre un embajador y un cónsul es que el primero es un puesto político de
representación del país, mientras que el segundo es más de administrador y
“facilitador” de los intereses de los residentes allí.
Por razones particulares, Arturo ahora está
residiendo en Chile y probablemente irá a París en 2019, pero nos dice que
intentará no perder el contacto con nosotros, sus viejos compis.
Tras esta estupenda y entretenida
exposición, al estilo de aquél antiguo programa de televisión “Esta es su vida”, nos fuimos rápidamente
a nuestro nuevo lugar de cena y esparcimiento compartido, el restaurante
gallego “Pazo Coruña”, sugerido y
reservado por Alfonso. Quiero destacar que por fin pudimos gozar de la compañía
en el restaurante de nuestro gran compañero, superviviente y “Mr. 1%”, como le
gusta autodenominarse, Rafa García Fojeda. ¡Cómo nos alegra verle mejorando a
ojos vista! Ya tan sólo eso nos supone un regalo de Navidad.
A continuación tenéis fotos representativas:
Vista del conferenciante y asistentes a la conferencia en el actual Aula 0 del edificio de bachillerato
Pérez Nieto, Reig y Aparicio
Arenas
Sánchez Direitinho, Torets y Bretón
Bretón y García-Fojeda
Pardo, González Juliá y Menchén
Troyano Fernández y de Bergia
González Martínez, Varo y Marciel
Maestre, Rosas y García Fuentes
Madrid, Nolla y de Oya
Juliani y Pérez-Serrano
Pérez Nieto y Reig
Maestre, Rosas, García Fuentes, Madrid, Nolla y de Oya
Vicente no pudo quedarse a la cena, por coincidirle con otro acto de veteranos
del Real Madrid. Tuvimos el placer de contar con la presencia en la conferencia
de Carmelo Cabrera, que muchos recordaremos de nuestra época.
Carmelo Cabrera y Ramos
¡FELICES PASCUAS A TODOS!
KS, 18 de diciembre de 2018.
Desearía destacar la primera ausencia a las cenas de Manolo Rincón, nuestro hombre importante en el Ramiro y sin cuyo concurso y ayuda cerca de la dirección para poder utilizar el Aula 0 para nuestras conferencias dificultaría enormemente nuestros encuentros mensuales. Del mismo modo que nos ayuda para que podamos reunirnos en las cenas de la Residencia de Estudiantes. MUCHAS GRACIAS, MANOLO, en nombre de todos.
ResponderEliminarTambién un especial agradecimiento a Alfonso Arenas, de quien partió la idea de reunirnos en este restaurante y que se encargó de las reservas, el menú y la supervisión para que el encuentro fuera un éxito. MUCHAS GRACIAS, ALFONSO, también a ti.
También asistió a la conferencia Joaquín Pérez Villanueva, compañero de profesión de Arturo Reig, así como de estudios de nuestros múltiples letrados en la sala.
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